1 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todas las lenguas del mundo, aun la lengua de los ángeles. Si no tengo amor, soy como una pieza de metal ruidosa; ¡Soy como una campana desafinada!
2 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar en el nombre de Dios y conocer sus designios secretos. No ayuda que mi confianza en Dios me haga mover montañas.
3 Si no tengo amor, de nada me sirve dar todo lo que tengo a los pobres. Es inútil que me dedique de todo corazón a ayudar a los demás.
4 El que ama tiene paciencia en todo y es siempre bondadoso.
El que ama no es envidioso, ni cree en sí mismo más que en los demás.
Él no es orgulloso.
5 No es grosero ni egoísta.
No te enojes por nada.
No pasa su vida recordando lo mal que otros lo han hecho.
6 No aplaudan los malvados, sino los que hablan la verdad.
7 El que todo lo ama, todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que nadie hablará en nombre de Dios, ni hablará en lenguas, ni será necesario conocer los planes secretos de Dios. 9 Las profecías, y todo lo que sabemos ahora, son imperfectos. 10 Cuando llegue lo perfecto, todo lo demás terminará.
11 Yo era una vez un niño. Y mi forma de hablar, mi forma de entender las cosas y mi forma de pensar eran las de un niño. Pero ahora soy una persona adulta y he dejado todo eso atrás. 12 Ahora conocemos a Dios de una manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo en la oscuridad. Pero cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco imperfectamente; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce.
13 Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la certeza de que cumplirá sus promesas y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor.